Escuela. Difícil pero posibleEste verano, en un día caluroso y soleado, estaba paseando con mi sobrina por el parque. Hacía buen tiempo, pero su estado de ánimo, por el contrario, dejaba mucho que desear. Nika, ese es su nombre, me habló de sus problemas escolares. Le temblaban los labios de vez en cuando, y sus aterciopelados ojos grises se llenaban de lágrimas. Las historias de Nicky, una tras otra, reabrieron mis viejas heridas. En cada una de sus historias, me reconocí a mí misma y a mi desesperación y comprendí que mi sobrina necesitaba ser salvada.